Mujer, madre y comandante
La teniente Marcela Patricia Jurado es oficial del Arma de Caballería y forma parte de la Escuela de Armas Combinadas del Ejército Nacional, donde se desempeña como comandante del pelotón de soldados femeninas.
Desde muy joven asumió la responsabilidad de comandar soldados profesionales, con quienes custodió las vías en los departamentos de Caquetá y La Guajira, garantizando la seguridad y tranquilidad de los habitantes de estas regiones. Su liderazgo y compromiso fueron fundamentales en la misión de proteger a la población y mantener el orden.
Para ella esta experiencia fue enriquecedora, pues comandar al personal de soldados profesionales, quienes cuentan con ocho, diez o hasta más años de servicio en la Fuerza, le permitió poner a prueba su formación militar y su liderazgo al servicio de la comunidad, pues de su labor dependía asegurar el tránsito por las vías de los municipios de Florencia, Paujil, Puerto Rico y Doncello, en el Caquetá.
La teniente Marcela Jurado es una mujer aguerrida, disciplinada y apasionada por su labor como militar. Su camino en la vida militar ha sido marcado por su determinación, pues esto la llevó a insistir en dos oportunidades en el proceso de incorporación. En 2014 inició su formación para convertirse en oficial del Ejército Nacional.
Desde hace dos años, su vocación como comandante se complementa con su papel de madre, tiene una hija de 2 años de edad, quien se ha convertido en su mayor inspiración y motivación para seguir cumpliendo esta importante labor, de la cual espera dejar huella.
Equilibrar su rol como madre y militar no ha sido fácil, quisiera dedicarle más tiempo a su hija, pero sabe que sus obligaciones con la Fuerza no pueden posponerse; por eso, cada tiempo que le dedica a su familia se ha convertido en un espacio especial donde el amor y la unión son esenciales para fortalecer el vínculo entre madre e hija.
Actualmente, es la comandante el pelotón femenino, compuesto por un grupo de mujeres soldados voluntarias, a quienes expresa con orgullo su admiración por la vocación de servicio y la dedicación con la que cumplen cada orden o misión que se les asigna. Afirma que estas señoritas son unas verdaderas guerreras, pues están marcando la diferencia al destacarse a diario por siempre quienes dan la milla de más.
